Parece increíble que hoy sepamos la verdad espiritual de Elvis Presley, el rey del Rock and Roll. Nació el 8 de enero de 1935 en una familia escasos recursos, en el complicado parto de su madre, pierde a su hermano gemelo el mismo día que nace.
Los primeros pasos Elvis Aarón Presley en la música fueron en la iglesia de Tupelo del Este en el Estado de Missi-ssippi. La iglesia donde se congregaba Presley de unos 25 miembros que incluía a sus familiares. Syles Presley, primo paterno de Elvis, era uno de los principales cantantes y tenía un cuarteto de Gospel. El padre de Presley era diácono y su madre era maestra de la escuela dominical.
Elvis se desarrolló escuchando música “Gospel”, “country” y “blue”, al más estilo norteamericano y por eso en la fama, Elvis interpretó canciones cristianas, tal vez para apaciguar su conciencia y recobrar la paz que alguna vez tuvo. Solía llorar cuando alguien le hablaba de Dios. Se emocionaba cuando escuchaba un himno antiguo, de los una vez había entonado.
Su madre lo animaba a asistir a las reuniones de jóvenes y Elvis acudía con gran entusiasmo, servía en la iglesia, participaba con la juventud y asistía a los cultos de oración. Por ese amor a Dios en el inicio, recibió sus tres premios Grammy gracias a la música ‘gospel’. Grabó más de 50 canciones cristianas. Entre las premiadas están «How Great Thou Art» (Cuán Grande Es Él) en 1967, como la mejor producción de música sacra. «He Touched Me» (Él Me Tocó) en 1972, como la mejor producción inspiracional.
Es duro relatar la vida de un joven que bien pudo ser un salmista de mucha fama pero que la buscó en la gloria del mundo. En ocasiones leía la Biblia a sus amigos concluyendo con interpretaciones propias, fuera del contexto bíblico. Abandonaba repentinamente reuniones importantísimas y cuando lo buscaban lo encontraban leyendo la Biblia en algún lugar secreto.
Su hermanastro, David Stanley, lo recuerda leyendo la Biblia a menudo. Solía citar las palabras de 2 Corintios 5:15 “Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.
Cuando encontraron a Elvis en un baño tenía un libro “La búsqueda científica de la cara de Jesucristo” mezcla la superstición y el espiritismo. Su lengua morada le colgaba de la boca, y tenía los ojos llenos de sangre. Su hermano dice que oraba: “Muéstrame una salida, Señor, estoy cansado y confuso, ¡te necesito!”.
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