EN LA FOTOGRAFIA LOS JOVENES COSTARRICENSES JUAN JOSE LOPEZ MATAMOROS Y EDUARDO RODRIGUEZ ARIAS AMBOS COSTARRICENSES EN LA CABINA DE RADIO GIGANTE
La mayoría de padres de familia concuerda con las palabras del presidente Saca acerca de la necesidad de educar en una sana sexualidad con valores universales a los jóvenes. Pero, ¿a quién le corresponde legítimamente educar y determinar el contenido de las guías con que se impartirán las clases por parte de los profesores a partir de octubre? Porque hasta donde la ley declara y protege, y las ciencias pedagógicas lo señalan y aconsejan, con miles de páginas de investigación, los padres son los principales responsables de transmitir sus valores y educación a sus hijos. Es un derecho humano universal.
El haber estudiado por dos años un máster en educación familiar y otro máster en bioética me hacen concluir que para un tema tan delicado se requiere de una amplia consulta pública y multidisciplinaria, con padres y encargados de distintos orígenes socioculturales, para asegurar un buen trabajo. Es demasiado serio para dejarse llevar por las presiones de minorías, aunque sus puntos sean tolerados.
El material utilizado para la llamada “educación reproductiva y sexual”, además de incompleto, podría ser el inicio de un círculo vicioso: Al informar sobre el “sexo seguro” dando a conocer el uso de los preservativos y anticonceptivos (aún sin repartirlos), ¿no incrementa la curiosidad adolescente por contactos sexuales ocasionales, sexo por deporte, de quienes justamente ‘adolecen’ de criterios formados, por una sensación exagerada de seguridad?
La democracia asegura mejor limitar el poder otorgado al Estado por la ciudadanía, en aras del bien común y evitar que el fin justifique los medios. El presidente Chávez, con la finalidad de regular los programas y anuncios nefastos, decretó abusivamente censura previa y proclamó que la franja de la niñez comenzara desde las 6:00 de la mañana hasta las 11:00 de la noche. En cambio en nuestro país, una democracia, se confía en la autocensura de los medios de comunicación, las agencias de publicidad y los anunciantes, para elegir responsablemente, plegarse a un código de ética.
Aunque estoy de acuerdo que se imparta la educación sexual, no lo estoy en que los protagonistas sean los profesores, por muy buenos que sean. Debe ser una gran tentación tener el poder de utilizar las escuelas como medios de aprendizaje de un esencial tema como este, pero es necesario respetar la institucionalidad y los cauces adecuados.
El estado de derecho reclama respetar las instituciones, comenzando por la familia. Análogamente, los organismos internacionales deben respetar la soberanía y la libre determinación de los países, no imponiendo programas y políticas en sus asuntos internos. La escuela y el Estado deben respetar el derecho de los padres. Ante la pretensión de que sean los maestros los que impartan las clases, con unas guías con contenidos sexuales que no hemos aprobado la mayoría de madres y padres, solicitamos enérgicamente la justa aplicación del principio de la subsidiariedad, por la cual las entidades superiores ayudan a las inferiores sin intervenir en su vida interna y sin suplantar su competencia.
Asegurarse los valores morales en la educación sexual implica y reclama sensibilizar a los padres y encargados legales que no saben cómo hacerlo, involucrándolos con sus hijos en horarios en que puedan estar juntos. Requiere escuelas para padres con expertos en educación familiar que les conciencien, capaciten y animen, sobre la sexualidad, la amistad, el amor, el noviazgo y la afectividad, para que los niños aprendan a ser dueños de sí mismos.
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